Foto por Fernando Castro Cid

 

A puro lápiz creó Mario Sánchez su nueva serie de trabajos, la que le tomó prácticamente un año y al final significó para sí mismo un verdadero reencuentro.

En efecto, comenzó haciendo unos dibujos, para otro proyecto, en enero de 2011 y terminó absorto en la más elemental de las disciplinas, dando vida a un conjunto de obras de gran tamaño reunidas en “Estudios de una paradoja”.

“Haciendo la primera parte, el llamado ‘estudio’, me encontré, al aumentar el formato de estos estudios, con algo que no sabía que ya sabía, y no pude, no quise borrarlos y decidí conservarlos. Y así, no dejé este betún negro el resto del año, no pude dejar de dibujar, sobre todo, no pude dejar de estudiar”, explica el artista visual nacido en Los Ángeles en 1963.

Precisamente, la serie, realizada en grafito graso -“escogido por su excelente manera de sujetarse a la superficie”- está hecha en negro y con un lápiz solamente, “así de antiguo, de irreductible, más aun si se descarta el color además, de manera que el negro fuera el que no contara con más para armar estas escenas”.

A poco andar descubrió también que tenía ante él la oportunidad de llenar uno de los grandes vacíos de su carrera, pese a contar con el talento que desarrolló dentro del grupo Grisalla y que lo proyectó paralelamente en forma individual hasta hoy.

Por eso, afirma respecto de su más reciente exposición, “todo este trabajo es producto de mi necesidad de volver adonde no estuve, es decir, volver a hacer lo que no hice, lo postergado, iniciando entonces estos ejercicios de completación de mi obra. Y el dibujo, relegado como base de la pintura, a libretas de anotaciones, me ha sorprendido enormemente, con su simpleza y su riqueza”.

Con la misma impresión se ha quedado al ver expuestos los cuadros en sus dos primeros puntos oficiales de exhibición: la Casa del Arte de la Universidad de Concepción, durante noviembre, y la Sala Marta Colvin de la Universidad del Bío Bío en Chillán, desde diciembre.

Y mientras vislumbra traerlos en marzo a Los Ángeles, no deja de sorprenderse frente a la nobleza y las potencialidades de la representación gráfica primaria: “Se necesita voluntad para hacer la línea que sigue a la que ya hemos hecho, hay un impulso que se debe conservar, una velocidad que debe ser alimentada con el deseo, con lo atrayente, por más absurdo que fuese, de un cometido. Dibujar puede ser usado como alimento, puede alimentarte, hacerte más fuerte, criarte, como decían nuestras abuelas, y, aunque fueses mal criado, en esto del dibujo todo está permitido, toda venganza, todo premio ganado, sobre este viejo plano blanco”.

¿Esta experiencia le ha permitido replantearse o renacer de alguna manera?

“Tiene que ver un poco con racionalizar lo que uno está haciendo. En algún momento, uno tiene que detenerse y hacerse algunas preguntas, yo me hice algunas preguntas y la respuesta fue que sentía que había espacios a lo largo de mi carrera muy grandes -no quiero decir vacíos- y que muchas cosas que yo podría haber hecho no estaban hechas, y creo que ya llegó el tiempo para hacerlo, teniendo por un lado desarrollada una habilidad, lo suficiente, y por otro lado el contenido, que es súper importante, o sea, una destreza en función de una reflexión a la vez profunda y que se consigue con el tiempo. El dibujo me planteó volver a la primera de las disciplinas, la más básica, y en función de algo tan básico y tan simple ver qué pasaba, qué sucedía enfrentándose a un plano en blanco teniendo solo un lápiz, que no hubiera más aspiración que ésa, y vaya que surgieron cosas interesantes”.

Usted ha tomado esto como escribir dibujos y dibujar cartas. ¿Es una opción personal combinar la literatura y las artes visuales o en definitiva ambas no son tan diferentes?

“Siempre -sobre todo en la escuela- fui, si no perseguido, criticado con un dejo negativo por mi afición a la escritura, pero la poesía -de poiesis- es creación, y la poiesis está prácticamente en todo lo que la persona hace, más aun si son disciplinas artísticas. Es muy interesante el tema de la creación porque con todos los elementos que se conocen se produce algo nuevo, y para crear se puede elegir la disciplina que sea para expresarse, cualquiera; ahora, el punto es tener la capacidad y eso es súper interesante porque en mi caso he tenido la posibilidad de desarrollar prácticamente todas las disciplinas artísticas, inclusive me han querido subir a las tablas para hacer teatro pero no lo haría jamás. En el fondo, la poiesis es la situación de creación, y por cualquier disciplina, de ahí eso de jugar con dibujar cartas y escribir dibujos, porque en el fondo el dibujo es un idioma universal, que no necesita traducción, no así la escritura”.

Pero en su caso, ¿estas dos artes son mucho más cercanas o compatibles?

Foto: Fernando Castro Cid

“La situación al interior del cuadro tiene elementos más reconocibles; yo he vuelto a la figura antropomorfa, a reflexionar sobre la figura humana en medio de un escenario, y esa recuperación de elementos más figurativos evidentemente que le da una connotación más literaria. Una de las grandes victorias del arte abstracto fue doblarle la mano a la literatura porque una imagen no tenía por qué contar una historia tan inmediata. Es peligrosa sí la cercanía, hay que mantener cierta distancia; yo escribo, sí, pero es otra cosa, en la pintura está parte de ello, y aunque vengan de lo mismo no se pueden prestar demasiado, y no le veo mucho sentido a escribir tantas imágenes o pintar tantos contenidos, tiene que haber algo de misterio también, y uno es el primero en sorprenderse con lo que llega a hacer, pues hay mucho inconsciente”.

¿Cuál es la paradoja inherente a esta muestra?

“Todo lo que concierne a la existencia humana está sujeto a una situación paradojal, porque en el fondo si inspiras vas a aumentar la oxidación de tu cuerpo, el cuerpo se oxida y se envejece por acción del oxigeno en las células; eso genera una contradicción tremenda: yo sin respirar no puedo vivir, sin embargo por respirar me estoy oxidando, es súper extraño. Ahora, para el caso de darme cuenta que había cosas que sabías y que no te habías dado cuenta, hay una frase muy interesante que surge de la entrevista a unos pintores, uno de los cuales dice ‘para pintar hay que pintar’, que deja clarísimo que, para que sucedan cosas, tienes que hacerlas, o sea, es muy bueno teorizar pero no puedes seguir teorizando y de la única forma que puedes avanzar es caminando; en provincias se da mucho esta cantidad de deseos o de aspiraciones que nunca llegan a nada concreto porque la gente no se pone en movimiento; y, por último, con un lápiz y un papel puedes hacer algo, como queda demostrado en este trabajo. Y también tiene que ver con ponerle un nombre, un título, para que quede relativamente ordenado en un marco”.

Esa frase tiene que ver igualmente con hacer lo que no ha hecho hasta ahora.

“Sí. Hay un cuento acerca de alguien que antes de morir piensa no en todas las cosas que hizo y las personas o lugares que conoció sino que se da cuenta de todas las cosas que no hizo, y también hay una historia muy común que dice que, diez segundos antes de que te mueras, tu vida pasa completa; yo tengo la sospecha contraria, creo que en esos diez segundos te acuerdas y te das cuenta de todo lo que no hiciste. Y no quiero esperar a estar mirando las líneas paralelas del tablado del techo para pensar en todas aquellas cosas que no hice; van a haber muchas cosas que no voy a poder hacer, pero voy a tratar de cultivar mi jardín lo más posible, para que se desarrolle en su máxima expresión; creo que estoy a tiempo para empezar a plantearlo y que esto no me pase la cuenta”.

¿Hacia dónde se proyecta ahora o cuál puede ser su próximo ejercicio de completación?

“No podría seguir dibujando, de hecho le decía a una persona que me demoraba mucho más -acaso el doble de lo que me demoro en una pintura- hacer un dibujo, porque tú podrías pasar un año haciendo un solo dibujo y quedaría una cosa increíble, llegando a un nivel de desarrollo impresionante, pero vivimos en una época en que también el arte tiene ese componente de inmediatez, debe ir más rápido y hay que producir más imágenes. Entonces, a medida que fui haciendo este trabajo empezaron a surgir otras ideas, tanto de contenido como de aplicaciones de la técnica, que me van a dar pie, por ejemplo a trabajar con el relieve. Lo lógico sería que ahora viniera el grabado porque estos dibujos -dado el nivel de desarrollo al que llegaron- son prácticamente un grabado; lo interesante que tiene el grabado es que son originales múltiples, tú tienes la posibilidad de reproducirlo y eso para el caso del mercado es muy importante, además de que por ahí va un poco el tema de la trascendencia”.

¿Lo del dibujo fue, en el fondo, una necesidad personal más que una reacción al arte actual recargado de recursos?

“Tiene exactamente de las dos cosas: uno, la necesidad mía de practicar cosas que no había hecho y, por otro lado, que apareciera en medio de toda esta tremenda locura donde la pintura está casi sobreexplotada. Lo interesante que ha tenido esta exposición es que he tratado de mantenerme alejado de la situación mediática, entonces prácticamente no ha tenido publicidad, a diferencia de otras que hemos hecho con canales de televisión, con diarios, con todo, ahora no, y si surge una situación mediática va a ser después, no antes. Ahora me interesa más que la muestra viaje y en la medida que haga un circuito ir a lo mejor incorporando elementos mediáticos para que más gente se entere, pero sin muchas aspiraciones, pues creo que la gran aspiración mía -medianamente completada- es haberla terminado y que diera paso a otras cuestiones”.

¿Y cuáles son los siguientes destinos de esta serie?

“Después de Chillán, en marzo se inaugura en Los Ángeles; vamos a tratar de producir un documento impreso con todas las obras y con algunas reflexiones hechas por curadores para darle un marco conceptual de desarrollo e ir sumándole cosas de importancia. Luego va a Temuco, a la Universidad Católica; sigue a Valdivia; de ahí nos vamos a Valparaíso, y yo creo que allá se va a quedar hasta que podamos llevarla a Santiago; pero ahí quiero esperar un tiempo a que se complete y se logre armar algo más grande y más atrevido, habría que producir casi el doble de los dibujos, y en una de ésas hacemos grabado y dibujo, lo que sería muy bueno; siempre me gustó mucho la audacia -la gente le llama pasión-, pero tiene que haber una suerte de delirio en esto, de darle la espalda un poco a la sociedad y, si no volverte loco, dedicarle mucho entusiasmo. Por lo menos yo quiero devolverle eso al arte, he trabajado demasiado tiempo con el tema económico de por medio y han pasado cuestiones tremendas también, bonitas y todo, pero necesito moverme en un espacio más amplio, mucho más grande; un billete es muy chico, mide como cinco por diez centímetros, es muy pequeño”.

¿Se siente en deuda con el arte?

“No es tan mala la motivación comercial, bien manejada, porque cuando tú trabajas con galerías que son las más importantes del país, con curadores que son interlocutores válidos, tu obra, independiente que esté en función de esta situación comercial, igual tiene una propuesta muy avanzada; el éxito comercial también te plantea un desafío, porque en el mercado del arte la obra tiene que tener un componente de creatividad, de ejercicio, hacer una reflexión profunda y ser un trabajo, si no, comercialmente no pasa nada. Y si le debo algo al arte, puede ser; yo creo que uno genera una suerte de apatía por el legado, aunque a mí me interesa mucho eso: producir el desarrollo de una experiencia artística que quede, y por eso me preocupa mucho que sea muy difícil juntar obras, cuando tú las vas vendiendo. Hay una frase de un poeta angelino que dice ‘me gusta ver el progreso sentado en un cómodo sillón’; comparto mucho eso, pero de repente hay que pararse del sillón y engrasar un poco estas cuestiones del progreso desde la perspectiva del aporte que uno pueda hacer, hay que pararse de ese sillón cómodo e incomodarse un poco, y, si no, no va a haber progreso”.

 

EN EL CAMPO DE LA CREACIÓN

¿Cómo es su relación con Los Ángeles, donde sigue residiendo pero a varios kilómetros de la ciudad?

“Lo interesante que te propone lo rural es el ejercicio de la soledad, yo prefiero la soledad en el campo a la soledad -que la hay mucha- en la ciudad, porque hay tanta gente viviendo en sus cubículos y todos terriblemente solos, o acompañados de la televisión. Yo emigré al campo porque necesitaba más espacio; como decía Jacques Costeau, estoy cultivando mi jardín, y cada cierto tiempo voy a la ciudad. Nací en Los Ángeles, he pasado todo mi tiempo vinculado a esta comunidad, no me pude ir a Santiago -y siempre quise-, espero poder irme algún día, aunque no irme sino desplazarme. Y uno puede usar a su favor este aislamiento, que permite mantenerte lejos de muchos agentes de influencia y entonces, si desarrollas un trabajo intenso, van a suceder situaciones creativas; en ese sentido, le agradezco a Los Ángeles su ritmo provinciano, lentísimo, y su prácticamente nula aspiración por el desarrollo cultural, porque no llegan grandes exposiciones aquí con las cuales uno podría quedar lleno de otras cuestiones, no tienes nada de lo cual influenciarte y eso es muy bueno, que nadie venga a leerte la cartilla sino que sea uno el que se la lea a la gente; sí hay un proyecto muy bello para construir un museo de arte contemporáneo al lado del Quilque, pero en cuanto al que están haciendo frente a la Plaza de Armas no puedo opinar porque me he mantenido tan lejos.

Foto: Fernando Castro Cid

Sin embargo, en el tema de la cultura, como país estamos fritos, no alcanzamos a ser una nación, no tenemos ningún valor que nos dé una nacionalidad, a diferencia de los mapuches, que tienen elementos que no existen en ningún otro lugar del mundo, nosotros no tenemos nada propio, estamos en una situación terriblemente vacía y por eso nos cuesta tan poco abrazar los modelos que vienen de afuera, porque no tenemos identidad. Y la poesía, que es la máxima posibilidad de generar actos de creación y de identidad propia, es perseguida por los sistemas de producción y el Estado; por eso también creo que vivo más retirado, en el campo: no puedo participar de actividades colectivas porque tengo un pésimo análisis de las versiones colectivas, entonces salgo expulsado rápidamente, el sistema me expulsa”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *