Un primer retrato colectivo de la ciudad capital provincial de Bío Bío fue revelado a la comunidad angelina a fines de septiembre, en el céntrico y emblemático Club de la Unión.
Allí tuvo lugar el lanzamiento del “Álbum de la memoria de Los Ángeles. Primera Parte”, producto de una iniciativa desarrollada por la Municipalidad -a través de su Departamento de Extensión y Cultura- y Camino del Ciego Ediciones.
El libro, de 136 páginas, se elaboró con el objetivo de promover el conocimiento de la historia local y otros elementos esenciales distintivos, como lo destacó el alcalde Esteban Krause durante la ceremonia, en concordancia con las expresiones que vertió en el prólogo de la publicación.
Esta obra, enfatizó, “viene a reforzar nuestra identidad, sobre todo a las nuevas generaciones, quienes deben asumir su pasado e incorporarse a los cambios”, agregando que es un aporte al rescate del patrimonio cultural y social de la comuna.
En principio, se logró recopilar un total de 700 imágenes -aportadas por particulares e instituciones-, correspondientes en su gran mayoría a fotografías, además de mapas, planos, dibujos y otros registros impresos, referidos a acontecimientos, lugares y personajes sobresalientes, así como también a situaciones, espacios y ciudadanos comunes, en los más diversos ámbitos del quehacer social.
La labor del equipo humano, al que se incorporó el historiador Tulio González para hacer una reseña complementaria, quedó plasmada en un recuento visual que abarca la trayectoria global de este asentamiento urbano, dando cuenta de las costumbres, creencias, clases sociales, edificaciones y formas de vida de cada época.
PARA CONOCER O RECORDAR
De este modo, fueron incluidos, por ejemplo, un croquis de la villa original de 1742, un plano del Fuerte de Los Ángeles de 1795, un recorte de prensa de 1921 sobre el concierto de Claudio Arrau en el Salón Aranguren y un aviso publicitario de 1968 de una tradicional tienda de calzado.
Una importancia fundamental se otorgó especialmente a la arquitectura, reflejada en la reproducción de fotos del edificio del Liceo de Hombres (1909), la Parroquia San Miguel (1942), la construcción de la intendencia de Los Ángeles (hacia 1910), la casa del jefe de la estación de Ferrocarriles del Estado, el Gran Hotel de France (1932), la Capilla del Liceo Alemán (1963) y la Casa Setti, esta última ubicada en calle Mendoza.
De igual forma, se dedicaron varias páginas a relevantes espacios públicos, por medio de imágenes de la Plaza de Armas (1910, 1920 y 1931), la Laguna Esmeralda (1920 y 2014), el diseño del Estadio Fiscal (1929), la avenida Lord Cochrane y el Cementerio Católico (1952).
Pero también pasaron a ocupar un lugar privilegiado los retratos individuales o grupales, entre ellos los de Juana de Dios Rioseco (1870); efectivos del Regimiento de Infantería Lautaro Nº 10 (1898); la Primera Compañía de Bomberos (1910); el vicepresidente de la República, Carlos Dávila (1932); Robinson Poblete, el “Tatay”, y una niña de la población “En tránsito” (1980).
Otros aparecen participando en hechos o situaciones de mayor o menor connotación social, tales como la celebración del 1º de Mayo por calle Colón en 1911, el funeral de María Parra Inostroza en 1952, un baile en el Club de la Unión en 1929, la llegada en tren de Ramón Parra Román en 1966 y las inundaciones de 1949 en la principal arteria de la ciudad.
Todo el material gráfico alude a aspectos del desarrollo urbano, a excepción de algunas fotografías de los Saltos del Laja (1895), el puente de madera sobre el río Duqueco (1930), el balneario del río Huaqui y otras.
EL PRINCIPIO DE UNA COLECCIÓN
En la tarea recopilatoria y el libro propiamente tal estuvo centrada la presentación oficial de este álbum -a cargo de tres miembros del equipo de producción- ante cerca de 200 asistentes, encabezados por el gobernador de Bío Bío, Luis Barceló.
Tulio González destacó el entusiasmo mostrado por los concurrentes y valoró el proceso de preparación de la obra: “Hemos descubierto que Los Ángeles tiene una riqueza iconográfica muy interesante, esta es la primera parte de un trabajo que es de más largo aliento y creo que estamos recuperando en alguna medida nuestro patrimonio, además de contribuir a hacer un poco de identidad”.
A propósito del aporte de muchos vecinos -algunos de los cuales recibieron un reconocimiento en la reciente ceremonia-, el historiador resaltó la ayuda de la comunidad en cuanto a facilitar material de alto valor familiar y público a la vez, e hizo un llamado para que siga colaborando, “atesore lo que tiene y lo comparta, porque nosotros pretendemos que todo el mundo conozca lo más posible y esperamos crear algún día un archivo local”.
Para el profesional del Departamento de Extensión y Cultura del municipio, Luis Garretón, la publicación se distingue efectivamente por su carácter ciudadano, pero al mismo tiempo por su transversalidad y por responder a un lineamiento de la actual autoridad comunal en materia de rescate cultural.
Desde ese punto de vista, indicó que proyectan la segunda parte de una posible colección literaria, pues ya disponen de numerosas fotografías que muy a su pesar dejaron fuera en la selección inicial, y “con este primer número van a aparecer muchas más personas interesadas en que sus familiares aparezcan en un libro patrimonial y comunitario”.
Hacia allá manifestó apuntar también el editor general, Cristian Fuica, al reafirmar que el recorrido visual propuesto “no pretende más que hacernos reflexionar acerca de lo que hemos sido, de lo transeúntes que somos, de lo fugaz de pertenecer y hacer vida en un lugar que está condenado a crecer y cambiar, que irá borrando lo que no se proteja y todo lo que no se albergue como un tesoro, el cual, antes que todo, funda humanidad”.
Y, tal cual lo recalcó el alcalde Krause, el material recopilado y seleccionado al comienzo de tan “hermoso proyecto”, “nos deja con el anhelo de continuar evocándonos a nosotros mismos, conociéndonos más, debido a que, conociendo nuestro pasado, podemos visualizar con mayor claridad el futuro”.